NUMERO 92.- ARTESANOS DEL CORRALON DE LA CALLE CASTELLAR EN EL CENTRO DE SEVILLA
50 AÑOS DETRÁS DEL PALACIO DE DUEÑAS DE LOS DUQUES DE ALBA SEVILLA
No me ha sido fácil, la verdad, pero creo que ahora ya se sabe mi nombre, después de haber pasado con él quizás treinta mañanas o tardes. Muchas son las pequeñas o grandes utilidades en metal que hay en mi casa con su firma, y sin contar con su buena disposición, su eficacia y sus buenos precios seguramente no hubiera podido costearlas.
Es Ramírez, Manuel, herrero al pormenor, con una filosofía laboral propia del siglo de Oro, como el jardín que hay al otro lado del muro a 4 metros de la puerta de su taller. Siempre detrás de la duquesa de Alba, de su Palacio de las Dueñas exactamente, donde Antonio y Manuel Machado, poetas donde los haya, pasaron esa “infancia son recuerdos de un patio de Sevilla”.
74 años injubilables, con frío o con calor; el otro día se perdonó no trabajar un sábado por primera vez en toda su vida, y no creo que lo repita. Los domingos son otra cosa, el día del señor, para este hombre que no bebe cerveza los dos meses anteriores a la Semana Santa, quizás como expiación de algún pecado del que podría no haberse dado cuenta. Creo que este hombre único, que no oye bien pero se entera de todo, no peca porque es un hombre decente y cabal pero sobre todo porque le parece más divertido trabajar. En realidad es que no puede parar, porque se caería, como le pasa al ciclista. Yo lo admiro de verdad y me gustaría ser como él cuando alcance su edad.
Su taller está en el corralón de la calle Castellar, a un tiro de honda de la Alameda, un lugar donde se encuentra todavía una colección de artesanos a la antigua, como Ramirez, y otros de nueva hornada. También algún tablao flamenco o estudio de música africana y también es un aparcamiento público de automóviles abierto las 24 horas.
Antes de la crisis hubo un conato contra el corralón, con la intención cómo no de especular con el solar, pero hubiera sido una operación de lesa ciudad, humanidad y cultura.
El más veterano de los artesanos allí ubicados es Ramírez, especializado en pequeños trabajos in situ, mayormente reparaciones o chapuzas. Su herramienta principal es un torno que parece mucho más viejo que él mismo y luego trabaja principalmente la sierra de disco y electrodo. Sus precios son insuperables pero si necesitas que te vaya a casa te costará un poco más. Es una pena que no tenga un aprendiz porque cuando él se retire el barrio será un poco peor, al menos en mi consideración
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